En el Mundial de vela de Santander hay
'Simpas'. No es un tipo de barco. Ni un Nacra ni un Finn, es el 'Simpa' de toda
la vida. El 'Sin pagar'. Y los 'Simpas' no se han producido en las carpas de
gastronomía sino en el mismísimo CEAR, el Centro de Alto de Rendimiento
especializado de Vela, la sede permanente del equipo olímpico español y centro
neurálgico del evento.
La Federación española cobra 12 euros
diarios por barco doble y 8 por uno individual. Creyeron que eran unos precios
muy elevados, aunque en Río de Janeiro han multiplicado estas tarifas casi por
tres de cara a los Juegos Olímpicos. Muchos equipos acuden meses antes del
evento para entrenar. Hay que conocer los campos de regata, los vientos,
aclimatarse… Es algo habitual en la vela y así ha ocurrido también en
Santander.
Semanas antes de que comenzase el Mundial
de vela de clases olímpicas de Santander (la competición arrancó el viernes 12
de septiembre) han sido muchos los regatistas que han estado en la ciudad
entrenando. Y los barcos se “alojaban” en el CEAR. En teoría pagando. El centro
Príncipe Felipe ha estado desbordando hasta el punto de que el director de
preparación olímpica del equipo español, Toni Ripoll, levantase una voz de
queja: "Nos sentimos invadidos en nuestra propia casa y esto nos ha
supuesto muchas molestias a la hora de poder entrenar con normalidad. El CEAR
ha estado desbordado y la situación ha sido un poco caótica. Ha habido muchos días
en los que no hemos podido trabajar con normalidad". Las declaraciones de
Ripoll, con toda la razón del mundo, que recogimos en DxT, le constaron una
buena reprimenda al mallorquín por parte de los dirigentes de la Federación.
Lo peor de todo ha sido conocer cómo
muchos de los regatistas no han abonado el dinero pactado y ahora no hay forma
de cobrarles. Unos días antes del Mundial se abrieron la zona de la playa de
Los Peligros, con una carpa enorme, y la zona de San Martín para que los barcos
se guardasen en estos lugares. De lo anterior no hay registro.
"Todas estas molestias que ha sufrido
el equipo español en su preparación habrán merecido la pena si nuestra
Federación ha ganado una cantidad importante de dinero por lo que se ha cobrado
a los extranjeros, pero si no es así, mi opinión es que hubiese sido mejor
haberlos ubicado en otro sitio, aunque fuese peor para ellos", afirma tajante
Ripoll. Algunos miembros del equipo nacional incluso se tuvieron que trasladar
a otras localidades como Pedreña en busca de cierta de tranquilidad porque
además la zona estuvo en obras hasta el último momento.
Chiqui García de Soto, regatista cántabro retirado
que ha estado en dos Mundiales y dos Juegos Olímpicos considera que "lo
importante en una organización de un Mundial de vela es el agua, lo de tierra
es más o menos llevable y los regatistas son muy sufridos. No es gente que
proteste. Son deportistas que están habituados a estar en playas o espacios muy
comprimidos en este tipo de campeonatos. Algo así no les coge de sorpresa, pero
con el caos o la desorganización que hubo en los días previos al Mundial en el
CEAR lo normal es que el entrenador nacional de los españoles se quejase”. Para
el que fuera presidente de la Federación cántabra al organismo nacional le ha
podido la avaricia: "Por hacer caja la Federación española ha comprimido a
cientos de embarcaciones en un espacio muy pequeño, pero muchos se han ido sin
pagar. Es difícil de controlar y se han escaqueado antes de que comenzase el
Mundial. Al final, no han ganando tanto. Entraban y se iban a la semana sin
decir nada. En la vela no son equipos con tal, a la manera que se entiende de
los equipos de fútbol; los regatistas son personas individuales y cada uno
tiene su licencia, vienen con la autorización de su Federación pero no dependen
de ella. Por ejemplo, el equipo olímpico español son 35 regatistas, pero en
este Mundial participan más de 60 españoles”.
José Francisco García de Soto explica que “aunque
estaban previstos espacios en la playa de Los Peligros o en San Martín, el CEAR
era lo más cómodo porque tiene duchas, vestuarios y otros servicios. Al final
todos estaban allí y si hay espacio para 200 barcos se triplicó el número. A todo
esto se sumó que había obreros trabajando en la duna, en el alcantarillado y en
el dique de Gamazo. Además, los remolques iban a descargar allí… Se vieron
sobrepasados”. El Test-Event, la competición de ensayo del Mundial, que se hizo
en Santander en 2013 sirvió de poco porque hubo unos 200 barcos, nada que ver
con la marabunta que ha venido después. De ese descontrol se han aprovechado
algunos regatistas.
Lo peor ha sido que los españoles han sido
lo más perjudicados. Se han sentido ese anfitrión al que le toca dejar su cama
para dormir en el sofá o incluso dejar su casa para irse a dormir a la de una
amigo. "Me sabe mal que desde la organización no se haya ayudado un poco
más al equipo y que parte del dinero que se ha ganado no haya revertido en los
deportistas, en el equipo olímpico", explicaba un Ripoll que no se ha
mordido la lengua.
Pese a todo, la organización y Santander
están respondiendo a todos los obstáculos que van surgiendo en el certamen. Con
algo de improvisación y sensación permanente de caos, pero salvando los
contratiempos… Incluyendo los 'Simpas'. Una nueva clase olímpica.