El
centro de la polémica del Mundial de vela es la llamada ‘Duna
escalonada’ diseñada por el arquitecto madrileño Alejandro Zaera.
Este ‘estadio náutico’ (otro de los nombrecitos que recibió) se
lleva unos cuatro millones de euros de los siete del presupuesto
total del Mundial. Unos dos millones la edificación, más el
interior y urbanizar la zona. Se habló de un presupuesto inicial
para su construcción de 8,8 millones. Los problemas financieros del
evento obligaron a replantear la infraestructura, rebajar su altura
para ahorrar dinero. No contaban con que al bajar el techo la mayoría
de los barcos no podrían guardarse en su interior… En un edificio
cuya función es almacenar embarcaciones y que para construirlo se
habían derribado otros almacenes casi nuevos que ofrecían ya esa
función.
También
hubo controversia en la adjudicación de la dirección de obra al
arquitecto Alejandro Gomis, hijo de uno directivo del Real Club
Marítimo implicado en la organización del Mundial antes de la
salida de Pombo. La Duna, que no deja de ser una simple grada de
hormigón, fue recurrida en los tribunales por la Asociación en
Defensa de la Bahía, DEBA, al igual que el Centro Botín. En ambos
casos se ha construido gracias a la cesión de suelo de la Autoridad
Portuaria.
El
presidente de la Federación Española de Vela, José Ángel
Rodríguez Santos, cuestionado en el programa Onda Deportiva de Onda
Cero Cantabria sobre si era necesaria o no la construcción de este
infraestructura fue muy claro: «Es
una cuestión de opiniones, pero desde el punto de vista deportivo no
era necesaria; bastan una explanadas, rampas para echar los barcos al
agua y unas boyas neumáticas. Si con motivo del evento se construyen
unas instalaciones que van a quedar en la ciudad y que pueden ser
importantes para su desarrollo estará bien hacerlo, pero no es mi
competencia. Si era necesario o no es algo que tendrán que valorar
los ciudadanos de Santander si era necesario o no».
Aunque
en un principio se aludió a que era una construcción necesaria
porque desde allí se verían las regatas, en realidad de los cinco
campos de regatas previstos solamente uno está dentro de la bahía.
Desde allí no se verá nada como apuntaba el conocido regatista
santanderino José
Francisco García de Soto y de la Roza, olímpico en Montreal
y Seúl:
«Ni
con una economía brillante esa ‘Duna escalonada’ tiene ningún
sentido para este deporte, es un monumento a la inutilidad. En un
momento de crisis económica un dispendio de estas características
carece de todo sentido. La Vela necesita muchas cosas para su
difusión y consolidación: más presupuesto, más practicantes, más
lugares donde los deportistas puedan practicar este deporte y guardar
sus embarcaciones, pero desde luego para nada una ‘duna’. En los
Juegos Olímpicos de Londres, en Weymouth, había bastante gente
presenciando las pruebas y pagaban 55 libras, algo que nunca pasará
en nuestro país donde la vela no es popular. Se sentaban en una
campa. No había ninguna grada. Y más cuando tenemos un balcón
excepcional a la bahía como es el paseo de Reina Victoria. Contamos
además con una magnifica línea de muelles que también pueden ser
usados para la observación por miles de personas de las regatas.
Todo ello puesto por la naturaleza de forma gratuita».
Sobre
el uso futuro de la instalación no hay nada claro. En principio iba
a ser un almacén de barcos, que sirviera también para el Real Club
Marítimo y la Escuela de vela. Lo único que se gana es la parte
exterior, una pequeña plaza mirador para pasear… O hacer
‘botellón’ como han apuntado ya en diversos foros. Lo único
positivo es que era una zona bastante degradada de la ciudad o a la
que no se podía acceder y se gana un espacio público… Eso sí, a
un precio de oro. Claro que inicialmente en Santander pensaban que
esta construcción se financiaría con dinero del Consejo Superior de
Deporte. La famosa Duna se ha quedado en un montoncito de arena... o de algo peor.
Puedes leer el reportaje completo sobre los problemas del Mundial de vela Santander 2014 en el número 19 de la revista DxT.