Maestro de profesión y vocación, ha entrenado
toda la vida en categorías inferiores, desde la temporada 82/83, siempre en la
Agrupación Baloncesto Pas Piélagos. Sus entrenamientos son una clase de
baloncesto… y en sus clases también hay baloncesto.
En la campaña 2008/2009 debutó con
triunfo sobre el Estela como técnico en la liga EBA y salvó al club de Renedo
del descenso. A los 49 años, tarde, le llegó su turno en una liga EBA que
conoce al dedillo. Repitió en la categoría la campaña siguiente y esta
temporada ha vuelto al ruedo, a la primera línea, tras cuatro campañas con
otras labores y algún arrechucho de salud.
Dice siempre que «tengo tres hijos:
dos naturales y este club, el Pas Piélagos».
Tras un tiempo como director deportivo de la entidad y entrenando a los júnior
y a los cadetes, ha vuelto a sentarse en el banquillo del primer equipo para
afrontar otro reto en la EBA. «Llego con la
misma ilusión de siempre, aunque al principio prefería que fuera otro el que
estuviera en este puesto ahora estoy muy motivado»,
dice. En principio, dirigirá al equipo esta y otra campaña, como mucho. «Yo no puedo ser el futuro de este club ni mucho
menos», asegura.
José Ignacio Sainz es uno de los hombres
más conocidos del baloncesto cántabro por su incansable trabajo con la base. Sainz
considera que «no es ni parecido dirigir
a profesionales. Creo que se debe tener más mano dura, son trabajadores por
cuenta ajena y por tanto eso conlleva una exigencia. En categoría junior la
labor es más de formación».
El técnico ejerce de maestro de
primaria, algo que le ayuda en su labor en el baloncesto base. «Soy maestro de
vocación, no sabría hacer otra cosa y no quisiera... El baloncesto es mi otra
gran pasión en la vida.
Tienen cosas en común, aunque trabajo con gente de diferente
edad, lo cual te oxigena», comenta.
El entrenador tiene sobre las espaldas
una larga trayectoria: «Tuve el capricho de sacar el título nacional en 1993, y
el regional de primer nivel lo obtuve en el año 83. Entrené por primera vez en
la temporada 82/83, siempre en este club del que fui socio fundador. El Pas
tuvo sus orígenes en Castañeda para luego trasladarse a Renedo, por las
facilidades e instalaciones que puso el Ayuntamiento de Piélagos.
«En el Instituto de Castañeda hubo un
equipo histórico y por eso conocíamos el baloncesto. Hace 30 años la única
alternativa que había era el fútbol o las cartas cuando un grupo amigos tuvimos
la iniciativa de hacer algo diferente. Dudamos entre hacer una charanga o un equipo
de baloncesto... Íbamos en bicicleta a jugar a Corvera porque en Castañeda no
había ni pista. En abril de 1979 disputamos nuestro primer partido y me queda
la anécdota de que como jugador anoté la primera canasta del club», relata Chus Sainz ,
que pronto colgó las zapatillas como baloncestista. «Era muy malo, así que a
los dos años tuve claro que lo mío era ser entrenador y me puse a estudiar y a
aprender lo necesario», apunta.
Desde entonces, José Ignacio Sainz ha
realizado una extraordinaria labor en una de las mejores canteras de Cantabria.
«Es como todo, te tiene que gustar mucho. A mí siempre me encantó trabajar con
los júniors, dicen que son edades difíciles de entre 16 y 18 años, pero
encuentras en ellos por un lado, la ilusión y algo de inocencia bien entendida,
y por otro, unas facultades físicas y técnicas que ya permiten desarrollar un
juego vistoso. Me considero un entrenador de cantera». Por sus manos han pasados generaciones y generaciones de
jugadores cántabros: «Ya he entrenado a hijos de antiguos jugadores. He tenido
muchas alegrías con los júniors. Cuando viajas a jugar un sector nacional, a
veces tienes que ser como un padre o un vigilante nocturno. En estos viajes los
chavales también quieren divertirse. Una vez tuve que llevar a todo el equipo
al cine a las tantas de la noche para que pudiese descansar la gente del hotel.
Al final, los que tenían tantas ganas de fiesta se me quedaron dormidos viendo
la película».
Sobre la situación del baloncesto regional en la
base, Sainz apunta que «los resultados de estos últimos años con las
selecciones autonómicas nos hacen ser optimistas. Hemos estado peor, pero está
claro que hay mucho que mejorar. Estamos a años luz de otros deportes...
Tenemos una clara falta de competitividad en muchas categorías. Somos una
comunidad pequeña y harían falta más clubes, además tenemos un grave problema
de falta de árbitros».