Vestidos de boda. Taconazos.
Corbatas rojas. Gomina y rayas… en el pelo. Todo muy boda de Aznar, pero con
rabas gratis. Bermudas, bañadores y camisetas baratas de publicidad. También
todo muy poligonero. Muy de barrio y muy barrio residencial. La vida misma,
pero revuelta. La fiesta de la Provincia: San Mundialito Mártir. Una avalancha.
Un tsunami de gente. Una mezcla de fritanga y Chanel. Podemos y PP. Toda la
ciudad. Unida. Algo extraño.
El éxito ha sido del pueblo. La
plebe. Y don Emilio. El primero porque ha respondido de una manera que ni los
dirigentes esperaban. Han acudido 40.000 personas desbordando todas las
previsiones. Nunca un Mundial de vela vivió algo semejante. El segundo porque
estuvo muy presente en todos los discursos oficiales y porque nada más empezar
el acto se guardó un minuto de silencio de una solemnidad y un respeto que
sobrecogía. Todo el mundo en pie. Ni un estornudo. Ni una voz. Ni una sintonía
de Motorola. Adiós, banquero.
Jesús Álvarez fue el maestro de
ceremonias bilingüe. Estuvo un poco perdido en el caos. El detalle poltergeist fue
cuando el presentador preguntó angustiado: “¿Están las niñas ahí?” porque
tardaron un minuto en aparecer las chicas de la escuela municipal de gimnasia
que debían subir al escenario la bandera de la ISAF. O cuando el periodista no
quiso desvelar un gran secreto para la apertura final del Mundial, refiriéndose
al cañonazo que cerraba el acto… Algo que había presentado el alcalde hace días
y que habían publicado todos los medios. TVE no emitió la ceremonia, pese a la
presencia de Jesús Álvarez. Ni siquiera se pudo ver por internet en ninguna
web. Algo que para algunos será bueno, pero que no lo es tanto si se tiene en
cuenta que se trata de vender Santander al mundo.
Tampoco debemos ser crueles con
las críticas. Este tipo de actos son lo que son. La ceremonia inaugural del
Mundial de fútbol de Brasil fue penosa y cutre pese a los miles de millones de
la FIFA. Aquí se optó, acertadamente, por la sencillez, aunque adoleció de lo
que todas las galas similares: lentitud. Casi desde Barcelona 92 ninguna ha
gustado… Y han pasado años.
Lo peor fue el desfile de las más
de 80 delegaciones con algunos países imposibles. Los niños de las escuelas
municipales de Santander portaban los carteles de Islas Vírgenes o Hong Kong
con alegría, detrás a veces había deportistas y otras, algún otro niño
santanderino. La mascota Sardi chocaba los cinco –con su aleta de uno–. El
desfile fue monótono sobre todo por la música elegida: la banda sonora de la
película ‘Carros de fuego’ de Vangelis. Sonó en bucle hasta en siete u ocho
ocasiones. Hay una manera fácil de tratar de dar ritmo a algo cansino de por sí:
variar la música y que el presentador del acto vaya aportando datos tipo: con Brasil
desfila una leyenda de la vela, Gran Bretaña es la que más deportistas ha
traído a Santander, en Nueva Zelanda la vela es el segundo deporte más popular,
etc. Sin decir nada y con todos los participantes sin tener claro dónde colocarse
o por dónde abandonar el recinto pues pasa lo que pasa… El jaleo de cámaras de
televisión y fotógrafos era tremendo porque los profesionales se mezclaban con
el público haciendo fotos con el móvil, o niños corriendo alrededor. Todo
parecía improvisado, aunque se salvó con cierta dignidad. Eso sí, fue muy
aburrido.
El plato fuerte, además de las 2.500
raciones de rabas gratis, era una performance (acción artística) inspirada en
los primeros pasos de la vela deportiva en Santander auspiciados por el Rey Alfonso
XIII. Una recreación de su velero, el ‘Hispania’, y unos actores y bailarines
que realizaban acrobacias y extraños bailes.
Al son del sensual Bolero de
Ravel las bailarinas disfrazadas de no se sabe qué se contorneaban ante los
marineros en una especie de bacanal náutica. El piloto del barco de
cartón-piedra vestía un mono azul corto sin nada debajo. No tenía un pelo.
Parecía salido de una película de la saga de Mad Max. Los forzudos que tiraban
del monárquico velero tapaban su rostro con unas cuerdas, un toque
sadomasoquista. Parecía una fiesta erótica más extraña y perturbadora que la de
‘Eyes wide shut’. ’50 sombras de Grey’ ha hecho mucho daño a las mentes
calenturientas. El alcalde parecía contento. La gente sonreía. En la tribuna de
autoridades todos agitaban sus teléfonos inteligentes… Por cierto, gente
llegando tarde a la cita. Algunos incluso accediendo a su localidad con el acto
a punto de terminar. Lo VIP y la calle estuvieron más cerca que nunca.
El público llegaría a casa
canturreando el bolero de Ravel. Machacón. Repetitivo. Igual que los sonidos de
las olas y gaviotas que acompañaban a la famosa melodía del compositor francés.
El baile estaba bien, pero se alargó demasiado. En este tipo de ceremonias todo
se alarga demasiado. Cuando el público se cansó de hacer fotos para Instagram comenzó
a preguntarse: ¿pero qué coño es esto? Luego risas nerviosas. Más fotos para el
Facebook. Y preguntas tipo: ¿Cuándo termina?. Ni el pueblo ni los VIP entienden
el arte moderno… O lo que sea esto.
Y después de un desfile aburrido
y de la danza y el teatro pesado llegaron los discursos institucionales. Tremendo.
Presidente de la Federación, alcalde, presidente de Cantabria, ministro, presidente
de la Federación Internacional y seguro que me dejo alguno.
El alcalde Íñigo de la Serna
exhibió don de lenguas. Justo cuando hablaba de la ciudad inteligente, la
smartcity, se quedaron en negro las pantallas de televisión. Ya saben, la
maldita tecnología. En su parlamento citó a Pepe Hierro, Neruda y Maruri… Tres
poetas a cero para el resto. Es el gran ganador del Mundial de vela. Medalla de
oro.
El momento más tenso de la tarde
fue la intervención del ministro José Ignacio Wert, que fue recibido con los ya
habituales pitos y abucheos. El día que le aplaudan no podrá contener las
lágrimas. No fueron mayoritarios ni mucho menos. Un grupo de profesores y
alumnos del colectivo ‘Por la enseñanza pública’ querían protestar contra su
reforma educativa, pero quedaron ubicados tras un cordón policial muy lejos del
escenario. Jesús Álvarez pidió educación tratando de frenar la reprimenda
pública, pero no había nada que hacer. Desde luego, algo así afea mucho el acto
pero la gente tiene también derecho a protestar. Wert habla inglés incluso
mejor que el alcalde. Posiblemente sea el ministro con mejor currículum académico
y profesional de la década… y el peor valorado, no sin razón.
El izado de la bandera de la
ISAF, la Federación Internacional de vela, que recogió De la Sena en Perth
(Australia) sede del anterior Mundial, correspondió a Jan Abascal y Toño
Gorostegui, que lo hizo mascando chicle. Dos leyendas de la vela, aunque con un
presente opuesto. Jesús Álvarez le preguntó al ex directivo fugaz del Racing, amigo
de Pernía y Harry, si su apellido se pronunciaba Gorostegui o Goróstegui… En
fin. Fuera de lugar.
La atleta cántabra Berta Betanzos
realizó el juramento de los deportistas con ese punto justo de timidez. Fue un
minuto. Los deportistas no están teniendo un gran protagonismo en esta cita
sepultados por el llamado Mundial de tierra, los actos lúdicos y culturales
organizados por el Ayuntamiento. El juramento de los jueces lo hizo una china,
algo perdida ante la muchedumbre, pero que tuvo tiempo de hacer su foto con el
móvil… Esperemos que llegue a miles de sus compatriotas.
El final apoteósico fue un
cañonazo atronador con una pieza de artillería de la mítica fábrica de La
Cavada que en su día, siglo XVIII, estaba destinado a viajar en una fragata.
Las malas lenguas dicen que el cañonazo fue directo a la casa de Amparo al
final del parque. El colectivo que trata de defender que esta mujer de 86 años
se quede en su casa expropiada también hizo acto de presencia en el evento.
La Patrulla Águila fue sin duda
lo más grandioso del día. Su espectáculo apenas dura unos segundos y es el
mismo de siempre. Ya en la inauguración de los nuevos Campos de Sport en 1988
estuvieron en Santander dibujando la bandera de España en el cielo de Las
Llamas. Siempre es igual, pero gusta. Seguramente, Bernardo Colsa estaría feliz
si la Patrulla Águila hubiese dibujado un lábaro entre las nubes… y hubiese
sido una proeza de la aviación. La cantante madrileña Aurora y su grupo The
Betrayer que acaban de sacar su primer disco actuaron a continuación. No
sonaban nada mal, aunque claro, no era un grupo con nombre ni internacional.
El pistoletazo, o cañonazo, del
Mundial de clases olímpicas de vela está dado… y ahora el espectáculo estará en
las carpas y en el agua. Después de sufrir lo indecible para que el evento
saliese adelante, el Mundial de Santander ha logrado sobreponerse a todo y
tiene pinta de sacar nota al final, sobre todo gracias al apoyo de la ciudad.
Lo dijo Íñigo de la Serna: “Santander debe demostrar que es la mejor anfitriona
del mundo”.