Si
en uno de esos realities estadounidenses que invaden las parrillas de
los canales de la TDT unos paletos de la América profunda cazan
caimanes en la zona de Louisiana (‘Swamp people’ comenzó a
emitirse en 2010 y lleva ya cuatro temporadas) en el pantano del Ebro
los cazadores buscan más bien las mejores rachas de viento. Y son
muchas.
«En verano, este es el mejor spot de Madrid para arriba», aseguran.
Un fin de semana con buen tiempo se han llegado a ver 250 cometas en
el agua. Todo un espectáculo.
En
el pantano se había practicado desde siempre el windsurf y en 2002
comenzaron a verse las primeras cometas, apenas unos años después
de que el kitesurf llegara a España en 1999. Algunos de los
habituales del wind se habían pasado al kite. «De
toda la vida habíamos hecho windsurf aquí y poco a poco comenzamos
a probar también con el kite. A esta zona llegó de forma masiva a
partir del 2004 ó 2005 cuando ya se popularizó el deporte en
España»,
señala Héctor Pérez, el responsable de la escuela de Northwind,
pionera en la enseñanza del kite. El instructor recuerda aquellos
primeros pasos de esta disciplina en aguas del Ebro: «Íbamos
siempre a los sitios en los que tradicionalmente hacíamos windsurf y
luego poco a poco empezamos a buscar nuevos spots dentro del pantano
porque no en todos los lugares sopla igual el viento. Al final
encontramos una zona perfecta entre Corconte (Cantabria) y Cabañas
de Virtus (Burgos), que es la más idónea aunque hay otros lugares.
Si puedes elegir es el punto más seguro y con más viento, aunque
también está el de Orzales (Cantabria), aunque allí no es tan
seguro el viento y solía ser más de windsurf».
Al
pantano del Ebro se le llamó la Tarifa del Norte, en alusión a la
meca del kite en Europa. «Como instructor siempre digo que es mucho
mejor aprender en el pantano del Ebro que en Tarifa. Allí hay
muchísima gente y a veces un viento excesivo de levante, con mucho
chopi en
la orilla para salir que puede ser incomodo para los que empiezan…
En fin, el Pantano del Ebro es el entorno idílico para dar los
primeros pasos en el kite», afirma Héctor.
Del
12 al 14 del julio pasado se celebró el ‘Weekend
Test’, un evento organizado por la escuela de kitesurf Northwind
que reunió a cientos de
deportistas llegados desde Cantabria, País Vasco, Asturias,
Castilla-León, Madrid, Navarra, La Rioja, Aragón, Valencia o
Andalucia. La idea era celebrar un festival, con paellada incluida, y
promocionar este deporte probando material de diferentes
distribuidores: North, Best, F-one, Underwave e Ion. Hace
algunos veranos se celebró un campeonato de España de raids, el año
pasado no hubo nada, y en esta ocasión se ha recuperado un evento
que promocione la zona entre los kiters.
No
existe mucha diferencia entre practicar este deporte en la playa o en
un pantano, aunque sí varias ventajas. «Es como conducir un coche
de gasolina o de diesel: conduces igual. Lo bueno que tiene el
pantano es la regularidad de viento, casi un 80% de los días lo
tenemos y en la costa cantábrica en verano suele soplar muy poco.
Además aquí no hay olas, mareas, corrientes, bañistas… Todo esto
facilita la práctica del kite sobre todo para los principiantes. El
viento característico es el viento norte y más o menos con una
intensidad de 12 ó 13 nudos hasta 20. Hay días que sopla más
suave, pero es ideal para aprender, aunque quizá algo racheado, pero
es que la perfección no existe», explica Héctor. Tampoco es un
entorno peligroso a pesar de la mala fama de los pantanos en ese
aspecto. «En la zona que no tiene navegación restringida hay cero
corrientes. En algunos puntos hay en ocasiones algas dependiendo del
nivel de agua, pero no suponen ningún problema. Nunca ha habido
accidentes graves en todos estos años. Además, cuando el nivel del
embalse baja del 80% se hace pie en bastante zonas y el agua llega a
la cintura o al pecho en muchos puntos y eso puede dar seguridad a
los que están aprendiendo», matiza.
El
único punto negro de este paraíso para los amantes del kitesurf es
la falta de instalaciones adecuadas. Los deportistas se encuentran un
“territorio virgen” de infraestructuras. «El gran debe que
tenemos es el acondicionar adecuadamente el spot. Nuestra escuela
cuenta con un container
para los alumnos y clientes y allí se pueden cambiar o tener el
material, pero sí que haría falta invertir en infraestructuras tipo
servicios, cambiadores, etc. Eso requería un consenso entre
autoridades, vecinos y las empresas que nos dedicamos a ello… Poco
a poco irá mejorando», reflexiona el responsable de Northwind.
Queda la sensación de que Cantabria no aprovecha un posible filón
para el turismo deportivo por esa falta de instalaciones, aunque
Héctor Pérez considera que «todo en su medida, nada es blanco y
negro. En verano este deporte sí puede suponer un incremento de
turistas que de no ser por el kite no vendrían nunca y el sector
hostelero tiene una oportunidad de promocionar el entorno, pero de
ahí hasta que haya una llamada de miles de personas… No lo sé. Lo
primero tendrían que invertir en infraestructuras y luego
promocionarlo si se hace al revés pienso que la gente vendría y si
no hay nada, no vuelve. Se trata de que la gente quede a gusto y
regrese cada verano». De momento, el lugar tiene lo más importante:
el viento. En invierno, cuando el termómetro baja de los ceros
grados, lo mejor es otra cosa: el esquí o el snow en Alto Campoo y
recordar los buenos momentos que nos dejó el kite en verano.
Lee el reportaje completo en el número 16.