Entrevista con el autor del libro ‘Música, Basket, Actitud’, Luis Avín, DJ Mercado Negro.
Canastas y discos…
¡Y mucha vida en torno a la música y
al baloncesto! En ambos mundos se proyectan las sombras de las
injusticias sociales de una época de los Estados Unidos inmersos en
un racismo institucional. Es un libro que incluye perfiles de
personas sobre los que la música tiene un papel importante, desde lo
más anecdótico hasta el genio autodestructivo, ese arquetipo del
hombre que habría podido reinar… Es una galería de personajes,
muchos de ellos atormentados, con conflictos interiores, gente que en
un momento dado su talento se ve condicionado por esos malos
impulsos, a veces generados por esa sociedad que les ha sometido a
todo tipo de injusticias desde la cuna… Es un intento honesto de
presentar otra forma de ver el baloncesto profesional estadounidense,
sus leyendas, sus antihéroes y hacer énfasis en qué papel juega la
música en la vida de la gente, que es a lo que me dedico el resto
del tiempo cuando no estoy hablando de baloncesto.
¡No todos los que aparecen en las
páginas del libro son ovejas descarriadas, afortunadamente!
Sí, Kareem Abdul-Jabbar aparece
reflejado como el tipo sensato, juicioso y ponderado que en realidad
es. Hay retratos con menos aristas y también el del perdedor que por
circunstancias no llega a cuajar. Gente que tuvo segundas
oportunidades y que las desaprovechó o baloncestistas cuya carrera
musical pudo haber germinado y haberles llevado a una fama superior
a la que alcanzaron como deportistas. No sé, pienso en Wayman
Tisdale, un tipo querido por todo el mundo con una humanidad
evidente. O alguien ya tan de aquí como Audie Norris, al que sus
rodillas le impidieron triunfar en la NBA pero que se ha convertido
en una leyenda en Europa. Hay mucho contexto y muchas historias
pequeñitas que hablan de las pulsiones que hay detrás de las
decisiones que un artista o un deportista, en este caso, toma en el
momento decisivo de su vida.
¿Eres más de una cancha callejera,
tipo Rucker en NY, o de un gran pabellón, como el Staples Center?
Son dos lógicas diferentes. El
espectáculo NBA tiene una carga emocional y unos porqués muy
defendibles desde un punto de vista del entretenimiento de nivel. En
el streetball hay leyendas justificadas de gente que tenía todos los
boletos para ganar el premio y los tiraron a la papelera. En ambos
casos hay algo de mítico e intento sacarle punta, siempre en
vinculación con una música, una época, con la pasión del
protagonista por este o aquel genero y enmarcado todo en una
negritud militante en la que yo también me muevo con comodidad. Hay
alguna excepción a esa negritud, como Mike Love, que carga con su
propia cruz al pertenecer al clan Wilson y seguir la estela,
sospechamos que prometedora, en desvaríos de su padre, tíos y demás
familia de los Beach Boys.
El otro día leía un titular que
rezaba 'Con el Dr. J empezó todo'.
Bueno, Julius Erving es una especie de
prólogo que anticipó la NBA ochentera que adoramos y que todos
tenemos en la cabeza como clásica, por razones obvias, ya que en
España se comenzó a disfrutar de la competición en aquellos años
clave y luego por otra parte Erving fue un deportista moderno que
protagonizaba anuncios publicitarios, que generaba beneficios fuera
de la cancha y que era objeto de interés por parte de la prensa
generalista… Algo que no era común en ese tiempo. Fue un fabuloso
antecedente de lo que fueron después Jordan o Kobe Bryant en la
cancha, con un tipo de baloncesto creativo que venía de las calles,
con un altísimo factor de espectáculo, que el encarnó. Además lo
hizo en un momento en el que había muchas dudas sobre la viabilidad
de la NBA como liga profesional, incluso a un nivel básico, ya no
compitiendo con la NFL o con el béisbol… Julius Erving y unos
pocos más sacaron de la decadencia aquella competición decadente y
pusieron los cimientos para el renacimiento global del baloncesto
americano en los ochenta.
Una pregunta imposible de responder,
dígame una sola canción relacionada con el baloncesto. En el libro
dedica una atención especial a Marvin Gaye interpretando el himno de
Estados Unidos antes del All Star Game de 1983.
El himno cantando por Marvin en ese
contexto está fuera de categoría, no sería justo compararlo. Hay
canciones simpáticas, descriptivas, elogiosas con el baloncesto…
Pienso en una época más ingenua del rap americano, en algún tema
de Kurtis Blow. Se me ocurre también el himno que dedicaron a los
Lakers del Showtime, 'Take It To The Hoop' de Mighty Fire, una
canción absolutamente naif sobre Magic Johnson, Coop y compañía…
No hay un tema que describa mis pasiones más profundas por el juego
porque igual no hace falta, simplemente, este deporte es un
espectáculo total con una carga emotiva importante que te da
satisfacciones sin necesidad de ponerle una banda sonora a base de
canciones concretas, aunque sí que menciono varias que son útiles
para describir el juego.
En cuanto a gusto por un equipo sí que
tiene una predilección clara…
No es un secreto para los que me
conocen: Boston Celtics. Y dos épocas además, la de Red Auerbach
con los títulos encadenados y la de los años ochenta con el
quinteto de Dennis Johnson, Danny Ainge, Larry Bird, Kevin McHale y
Robert Parish. Para mí fue el momento en el que visualicé la
belleza intrínseca del deporte de equipo que es el baloncesto más
allá de los talentos individuales. Ese quinteto describe el
baloncesto que me gusta.
¿Hacia dónde camina la NBA? ¿Crees
que ha perdido parte de esta mitología o la épica que tenía?
Está construyendo una nueva, pero no
sé si estará la altura. Hay grandísimos jugadores, atletas
físicamente mejor dotados que nunca en la historia del deporte, hay
equipos que hacen bien las cosas como conjuntos, hay competencia real
aunque el draft haya sido devaluado por tantas operaciones de
despacho sigue siendo un factor de equilibrio… El trabajo de
algunos managers en este aspecto es reseñable. El caso reciente de
Golden State Warriors es ejemplar, un equipo que se va construyendo
temporada a temporada con una previsión a siete u ocho años vista
implica que hay gente muy lista en este negocio, que también es
deporte. Yo tengo siempre la esperanza de que pasen cosas
interesantes. Hubo un momento en el que se corrió el peligro real de
convertir los encuentros en una exhibición de unos contra unos y eso
está remitiendo, afortunadamente. Ha habido un rescate de las viejas
filosofías del juego, en las que el valor principal es la
combinación de talentos y el trabajo sólido de equipo en el que
todo el mundo aporta… Y eso es algo que no depende de una
superestrella por franquicia.
Para nada desprecia el baloncesto FIBA,
aunque sea fiel seguidor de la NBA…
El baloncesto europeo tiene aspectos
muy elogiables y otras carencias, que son más mentales y económicas,
que otra cosa. Esos complejos hay que comenzar a dejarlos atrás. Yo
disfruto un montón con los grandes partidos de la Euroliga, dejan
cosas muy llamativas, comentables, es un basket muy serio que se
disfruta tanto en defensa y en ataque… Se mueven muchas cosas en
Europa y en la NBA se han dando cuenta hace mucho y ellos
rectificaron ese camino que llevaban de videojuego en videojuego, de
convertir a las franquicias en meras plataformas para su estrellas…
Ellos han vuelto a los fundamentos y en ese sentido ver a los buenos
equipos continentales con competitividad y jugadores de talento que
acaban al otro lado del charco al máximo nivel es una delicia. Y a
nivel de selecciones acabamos de tener una grata experiencia con un
deporte que también es mentalización. Queja del baloncesto FIBA
ninguna, lo que pasa que la NBA tiene unos valores que todavía no
hemos alcanzado, en ese sentido de espectáculo total, de capacidad
para encumbrar figurar a nivel global, de épica manifiesta.
«El quinteto de Dennis Johnson, Danny Ainge, Larry Bird, Kevin McHale y Robert Parish para mí fue el momento en el que visualicé la belleza
intrínseca del deporte de equipo que es el
baloncesto más allá de los talentos
individuales»
Luis Avín