Juguetes rotos. Arruinados. Problemas de adicción. Depresiones. Lesiones graves. En el mundo del fútbol no todo son alfombras rojas, fans y millones de euros. Un nuevo estudio dirigido por Vincent Gouttebarge, Médico
Jefe de FIFPro, el sindicato mundial de
futbolistas, y catedrático asociado de la
facultad de medicina de Ámsterdam, revela que los jugadores
profesionales sufren más depresión y
ansiedad que el resto de la población e
incluso que otros atletas de élite. El fútbol no sólo no da la felicidad sino que incluso puede quitarla.
De los
826 jugadores que participaron en la
encuesta, un 38% de los futbolistas en
activo y un 35% de los exjugadores
aseguró que en algún momento tuvieron que
afrontar este tipo de problemas de depresión o bajones anímicos. La probabilidad de que esto ocurra es de dos a cuatro veces mayor si
se han tenido tres o más lesiones graves.
El estudio, que se nutre de datos recogidos en Bélgica, Chile, Finlandia, Francia, Japón, Noruega,
Paraguay, Perú, España, Suecia y Suiza, pretende concienciar de la necesidad de un enfoque
multidisciplinar en la atención de la salud del futbolista que garantice apoyo para una cuestión que
“antiguamente era tabú”.
“No se trabaja bien y menos en el fútbol”, apunta Pablo del Río, psicólogo
del deporte del Consejo Superior de Deportes. “Sí se trabaja con la cantera,
pero la mayoría de los equipos profesionales deja mucho que desear. Entre otras cosas porque
muchos entrenadores no tienen la preparación suficiente para saber que un psicólogo especialista en
deporte puede ayudar a evitar problemas”. Según Del Río, una lesión grave puede provocar estados
de ansiedad y depresión, sobre todo cuando desemboca en retirada. “Se le cierran las metas y los
objetivos. Suele ser gente muy joven que tiene que estar preparada para soportar cargas emocionales
muy altas”, detalla.
La investigación también apunta a otros síntomas como los problemas para conciliar el sueño (23%
de los activos y 28% de los retirados), el malestar (15% y 18%), el alcohol (9% y 25%) y el hábito de
fumar (4% y 11%).
La salud mental de los futbolistas ha sido tema de debate en varias ocasiones. El expresidente del
sindicato inglés de futbolistas, Clarke Carlisle, intentó acabar con su vida a los 21 años después de
haber sufrido una lesión de cruzado cuando jugaba para el Queens Park Rangers. En diciembre volvió
a intentar suicidarse cuando fue atropellado por un camión. El propio Carlisle lo hizo público para
concienciar sobre los problemas mentales.
También surgió el debate tras la muerte en 2009 de Robert Enke, que acabó con su vida arrojándose
a las vías del tren en Hannover, Alemania. Primero se dijo que su suicidio no tuvo nada que ver con el
fútbol y se relacionó exclusivamente con la muerte de su hija de dos años, en 2006. Pero en una
biografía publicada en 2012, el periodista alemán, Ronald Reng contaba que su depresión también
estuvo relacionada con algunos reveses profesionales que comenzaron durante su etapa en el Barça