Ver a un coche de rally volar 20 ó 30
metros resulta espectacular. Por fuera, estos vehículos son lo más parecido a
uno de calle y ese tipo de saltos imposibles se nos antojan asombrosos. Uno
imagina lo que puede ser esa sensación y el posterior aterrizaje conduciendo su
vehículo de todos los días. No resulta complicado ser conscientes de que si
nosotros intentásemos algo parecido no saldríamos bien parados. Desafiar las
leyes de la gravedad sobre ruedas está al alcance de unos pocos.
En los rallys nórdicos, los saltos son un
lance bastante frecuente. Son tramos muy rápidos con cambios de rasante
pronunciados. El Rally de Finlandia, oficialmente Neste Oil Rally Finland, es
también conocido como el Rally de los Mil Lagos o el Rally de los Mil Saltos.
Los fineses dirían el de los mil ‘yumps’, en lugar de ‘jumps’, porque así lo
pronunciaba con fuerte acento en inglés el mítico Tommi Makinen. El humor finés
se nos debe escapar... Lo curioso es que en ese idioma gran salto se dice
‘hyppys’ y de ahí nace otra broma entre pilotos: «En este rally hay más
‘hyppys’ (por hippies) que en Woodstock». Desde luego el subidón de uno y otro,
del hyppy y del hippi, es parecido, aunque llegan allí arriba por muy
diferentes medios. Uno de los tramos más conocidos de la prueba finesa es el de
Ouninpohja, allí se encuentra el conocido como ‘salto de la casa amarilla’. En
ese punto es toda una tradición medir cuánto vuelan los coches. En 2003, el
piloto estonio Markko Martin realizó un salto de 57 metros de largo a una velocidad
de 171 Km/h. Algunos creen que en 2005 Gigi Galli batió ese récord al alcanzar
los 58 metros con un Mitsubishi. El siempre espectacular piloto italiano entró
a 175 Km/h, aunque algunos consideran que solamente voló 56 ó 57 metros. Y es
que este tipo de récords no están homologados o reconocidos de manera oficial.
Así que existe cierta controversia al respecto.
En el Rally de Suecia sí se entrega un
reconocimiento al equipo que llegue más lejos sin tocar el suelo en un salto
bautizado como ‘Colin’s Crest’, por supuesto, en honor al británico Colin
McRae. Fue allí, en el famoso tramo de Vargasen, donde en 1993 McRae voló 46
metros. Durante mucho tiempo este fue considerado el récord en una prueba WRC .
Actualmente, la máxima distancia de vuelo recorrida en un tramo oficial es
escalofriante: 85 metros. Curiosamente no fue en un rally nórdico sino en
Turquía y no podía ser otro piloto el que hiciera la gesta que Sébastien Loeb,
el gran dominador del Mundial durante las últimas seis temporadas y leyenda en
activo de los rallys. Todo un desafío a la gravedad al que los pilotos llaman
‘big air’. «Fue una sensación increíble, ya que estuvimos en el aire durante
varios segundos. Ni por un momento nos imaginamos que íbamos a llegar tan
lejos», recuerda el francés. Parecía que uno de sus patrocinadores, Red Bull,
había equipado al coche con dos alas.
Casi tan famoso o más que el sato de Loeb
es el que protagonizó Evgeny Novikov en 2009. El piloto, con 18 años, saltó 66
metros a 146 Km/h en Leutsu (Rally de Finlandia) con un C4. El Citroën aterrizó
con el parachoques trasero hasta casi quedarse en vertical, pero se mantuvo en
pista. Unos metros más adelante el piloto ruso no pudo controlar ya el vehículo
y terminó estrellándose con un árbol. Es el salto más grande que se va visto en
Finlandia, aunque comprobado el estado posterior del coche y que no continúo en
carrera no se puede considerar como un récord.«Por supuesto que recuerdo el
salto y soy consciente de lo popular que se ha hecho. En aquel momento solo
pensé que no quería acabar el rally, pero no tenía ni idea de dónde iba a
terminar el coche», rememora Novikov. En algunas ocasiones estos despegues de
aerolíneas WRC se deben a errores en las notas, despistes o faltas de
entendimiento entre copiloto y piloto. Previsiones demasiado optimistas.
Otro de los saltos que están entre la
realidad y la leyenda es el Armin Schwarz en el Rally de Portugal al comienzo
de la década. Se supone que saltó a 180 Km/h para recorrer el aire 73,5 metros,
aunque muchos dudan de las cifras.
Lo que no se pone en duda es que este tipo
de acciones son realmente peligrosas para el piloto y su copiloto, que en
numerosas ocasiones han quedado lesionados o resentidos de la espalda pese a
aterrizar bien. La fuerza de la gravedad que se ejerce sobre el cuerpo humano y
el vehículo en una caída así puede llegar a multiplicarse por cinco, es mayor
que la que puede sufrir un piloto de Fórmula 1. Por ejemplo, un airbag de un
coche de serie salta con una fuerza de 3G y en estos casos se llega a una fuerza
de 5G.
Mantener la dirección recta es la clave
para salir del paso. También frenar levemente justo antes de coronar el salto
para cuadrar el coche. Luego hay que mantener el coche lo más recto posible
para seguir aguantando firme la dirección al caer. Si se cae con el vehículo en
una posición lateral resulta muy complicado enderezar la dirección y mantener
el control. La salida de pista o el accidente es lo normal con un aterrizaje
ladeado. Lo idóneo es aterrizar con las cuatro ruedas para repartir el peso de
la caída y no dañar la mecánica. Eso es lo correcto según el manual de
pilotaje. Otra cosa es lograrlo. Sin duda, la peor manera de tocar el suelo
para el motor es con las ruedas delanteras: el parachoques, radiador, faros
auxiliares, intercooler... De esta manera se corre un gran riesgo de estropear
algún componente del vehículo y quedar fuera del rally. Si se aterriza con las
ruedas traseras, es también normal dada la gran velocidad a la que se salta,
como está repartido el peso del vehículo y el ángulo en la rampa, no hay
problema con la dirección y no resulta tan complicado equilibrar el vehículo y
hacerse con la dirección. Salvo que estampes la parte de atrás del coche contra
la tierra, como en el famoso salto de Novikov.
Los pilotos suelen enfrentarse a
los cambios de rasante con la intención de realizar un salto largo y bajo o
bien alto y más corto. Son dos opciones, lo mismo que pisar el freno un poco
justo antes de coronar el alto. Normalmente se tiende a tratar de evita el
vuelo, porque la falta de adherencia y por tanto de tracción hace que pierdan
también segundos. Jari-Matti Latvala, que se crió en esos caminos fineses
repletos de saltos, nos deja este consejo: «Cuando te acercas a un gran salto a
180 Km/h es esencial matar un poco la velocidad antes del despegue. Si la
velocidad es demasiado alta, la aerodinámica obligará a la parte trasera del
coche hacia abajo y la parte delantera, que es más ligera, se levantará. La táctica es el freno, tal vez meter una
marcha y pisar el acelerador a fondo durante el salto. Frenar durante el salto
significa que la suspensión no es libre y el aterrizaje podría ser malo». Otro
experto en la materia como Mikko Hirvonen señala al respecto: «Es un poco como volar en un avión por lo que
el aterrizaje es tan importante como el despegue. La clave es tratar de
aterrizar el coche lo más perpendicular posible, con las ruedas rectas... Si
no, probablemente tendrás un gran accidente».
Pero una cosa es la competición dentro de
una prueba del Mundial y otra son las exhibiciones. Un piloto que brilla más en
este tipo de ‘shows’ y tiene resultados discretos en el WRC es el
estadounidense Ken Block. En 2006 el piloto americano participó en grabación de
un episodio de ‘Stunt Junkies’ para Discovey Channel y logró saltar 53 metros
de longitud alcanzando una altura de 7,6 con un Subaru WRX Sti. El
californiano, que fue amigo de McRae, logró en 2007 ganar el premio ‘Colin’s
Crest’ en el Rally de Suecia, instaurando ese mismo año, saltando 37 metros con
su Ford Fiesta RS WRC en memoria de su amigo fallecido en accidente de
helicóptero ese mismo año.
Su compañero en el equipo Monster World
Rally Team, Travis Pastrana, le sustituyó por una lesión en un curioso reto que
consistía en pulverizar los 53 metros saltados en 2006. Un muelle de Long Bech
sirvió como plató del evento en la Nochevieja de 2009. Pastrana logró que un
Subaru especialmente preparado volara nada menos que hasta los 89 metros y
fuese a parar a una plataforma flotante para estrellarse con una barrera de
neumáticos de protección. Un ejercicio circense, aunque igualmente peligroso.
El vídeo de la hazaña todavía se puede ver en la red, al igual que casi todos
los que estamos comentando. Tienen millones de visitas porque estos ‘big air’
vuelven locos a los aficionados a los rallys y a los curiosos.