El legado del Mundial de vela de Santander sigue tornándose negro.
Se avecina tormenta. De una montaña negra de carbón, podía ser también una duna
de este mineral, tiene que nacer un río del mismo color. Si la Real Federación
Española de Vela fue la organizadora del evento, no podemos esperar nada bueno.
La RFEV se encuentra varada. La situación es caótica y en este naufragio el
capitán no abandona el barco porque cobra casi 90.000 euros anuales. El Consejo
Superior de Deportes todavía no tiene la auditoría de cuentas del Mundial de
vela, porque la Federación no lo ha elaborado. Esta situación ha motivado que
todavía no exista presupuesto aprobado de 2014, lo que a su vez impide cobrar
las subvenciones y tiene al organismo parado.
El TAD, el Tribunal de Arbitraje Deportivo, investiga las cuentas
del estamento federativo, que ya estaba intervenido por el Consejo Superior de
Deportes. Las Federaciones no caen en la suspensión de pagos legalmente, pero
podemos afirmar que la RFEVC está en quiebra técnica. El CSD prefiere utilizar
un eufemismo: Plan de Viabilidad. En un organismo que no tiene ni para pipas
resulta que José Ángel Rodríguez Santos, su máximo responsable, se ha puesto un
sueldazo. El dirigente es uno de los presidentes de federación que más cobra
del país. La RFEV recibe dinero público y depende totalmente de esas
subvenciones, casi un 65% de sus ingresos provienen del estado. Además de las
denuncias particulares porque el sueldo presidencial se aprobó infringiendo las
normas, el TAD también investiga irregularidades a la hora de aprobar las
cuentas de 2013 y revisa los gastos de 2014. Entre otros detalles no cuadra el salario
del director del CEAR, el cántabro Jan Abascal. Son 54.766,92 euros y se
estableció un tope de 50.000 euros para cargos técnicos. Quizá es lo de menos
porque el medallista olímpico además de ser una leyenda del deporte español se
ganó con sangre, sudor y lágrimas cada euro sacando el Mundial adelante, pese
al desastre federativo.
La vela, el deporte olímpico más laureado de España, está bajo
sospecha y atravesando su peor momento institucional por culpa de sus dirigentes.
La gestión de Gerardo Pombo dejó una herencia sombría y unas arcas vaciadas,
pero su sucesor ha continuado por la misma línea. No hay que olvidar que el
gallego José Ángel Rodríguez Santos era directivo también con el santanderino
(nada menos que vicepresidente económico) y amigo... Una amistad que se rompió
en el asalto al poder. En ese enfrentamiento cruel y despiadado de 2012, un juego
de tronos náutico, que sigue todavía navegando en los tribunales.
Por supuesto, también hay lío judicial con
la llamada duna de Zaera, aunque el arquitecto madrileño está totalmente al margen
de este esperpento. Según publicó El Mundo Cantabria la Fiscalía de Cantabria
investiga el concurso para construir el estadio náutico. Que hubo irregularidades
en su licitación, ya contamos aquí, de hecho la denuncia de un particular que
ha dado pie a la intervención del fiscal es anterior a la celebración del evento,
ya que la RFEV presidida por Gerardo Pombo, en funciones, no debería estar
capacitada para adjudicar la obra de 4,3 millones de euros. Luego su Junta
Gestora modificó los pliegos de condiciones para favorecer al hijo de un
directivo del Real Club Marítimo de Santander, en una maniobra tan burda como
el autocontrato de Pombo. La Federación replanteó el proyecto de la Duna y de los
4,4 millones que iba a costar se quedó en 2,5 y así contar con dinero
destinado, en teoría, para organiza el Mundial. Todo a costa de que la famosa
instalación tuviese menos altura y no pueda servir de almacén a barcos con mástil,
su función inicial.
El Ayuntamiento de Santander y el Gobierno de Cantabria poco
tienen que ver en todo este embrollo, aunque se les puede achacar que nunca se
enteraron de nada o miraron para otro lado ante las corruptelas e incapacidades
de la Federación.
Para septiembre se ha programado una primera edición de la Semana de
la Vela Ligera y en julio, durante las fiestas de la ciudad, una regata de
cruceros. Dos modestas iniciativas para tratar que Santander no se desenganche
de la vela.